Las grasas que se utilizan en bujes, cables, cadenas, o cualquier otro tipo de mecanismos, deben ser lubricantes que tengan una gran resistencia al agua y a la corrosión. Y es que estas grasas son especialmente desarrolladas para mecanismos abiertos; que resisten cualquier condición atmosférica y se mantiene fija donde ingresa el viento, la lluvia, el sol, la nieve, el hielo, el polvo o cualquier otro tipo de fenómeno climático. Pues gracias a su gran versatilidad y alto rendimiento, puede operar en condiciones extremas de trabajo.
Los aditivos del lubricante lo ayudan a resistir la presión que causan las grandes maquinarias. Además, puede operar en un alto y bajo rango de temperaturas. Del mismo modo, contiene la contaminación por lodo, agua, tierra, carbón y concreto: condiciones que aumentan la fricción, provocando un desgaste inminente en estas piezas; generando cambios de repuestos antes de tiempo y haciendo poco rentable el trabajo. Y es que una buena grasa lubricadora se caracteriza por una estabilidad mecánica excepcional, un alto punto de goteo, un gran rendimiento de carga, desgaste reducido, una excelente resistencia al agua y a la corrosión, etc.
Esta grasa ayuda a alargar el tiempo de vida de bujes, cadenas y cables metálicos que se utilizan hoy en día en la industria marítima y fluvial. Pues su poder aditivo resiste el contacto directo con agua: ya sea sumergible en mar o rio. Este tipo de grasas especiales proporciona una excelente lubricación para una amplia gama de maquinaria industrial, por lo que es cada vez más utilizado con éxito.